domingo, 15 de junio de 2014

Crónica de una muerte anunciada

El día después, el del análisis en frío, es probablemente el más duro de todos. El que te da la dimensión, esta vez histórica, de la derrota. Como dijo Piqué en rueda de prensa, "quiero jugar contra Chile mañana u hoy mismo". Al día siguiente le tocó morder el polvo a otra de las semifinalistas de Sudáfrica y la sensación es que todos sabíamos que este día iba a llegar, pero no sabíamos cuando.

El colorido del marcador contrasta con el dolor por una derrota en lo moral y lo deportivo | Foto: Getty Images/FIFA

En la derrota se tiende a imaginar infinitud de variables que pueden haber afectado. Desde el clima hasta el balón, pasando por el césped, el cansancio, las lesiones o que el Tymoschuk de turno ha tocado la copa antes del partido. Y lo cierto es que todos sabemos lo que pasa, pero es doloroso de reconocer. Tabárez, en una decisión totalmente acertada según yo lo veo, ha decidido apostar por el mismo bloque que venía triunfando desde 2009. Que si, que igual Giménez casa mejor con Godín si quieres defender a treinta metros de tu portería, que es cuestionable que Ramírez no haya jugado un solo minuto y que Lodeiro siga acumulando internacionalidades. Que igual esto lo podía desatascar De Arrascaeta o que se debería haber pensado antes en el ahora lesionado Cristóforo.

Todas decisiones circunstanciales que, de haber llevado a la victoria ante Costa Rica, hubieran servido para tapar el sol con un dedo. Hablamos de la segunda selección más veterana del torneo, una generación que ya antes de que arrancara el torneo sabíamos que llegaba hasta aquí. El Maestro ha decidido que este Mundial es para ellos, que se lo han ganado de principio a fin y hay que respetarlo. Por todo lo que le ha dado a la selección -en sus dos etapas-, por apartar a los pacocasales de turno del vestuario, por dirigir el proyecto de cantera más ambicioso de toda Sudamérica. No le hubiera cambiado ni una coma a la convocatoria, porque este hombre sabe lo que hace. Creo que esto debería estar fuera de toda duda. Yo, con Don Óscar, hasta el fin del Mundo, oiga.

No quiero decir con todo esto que estemos eliminados. Ni muchísimo menos. A estos nunca hay que darlos por muertos. Se pudo haber jugado mejor contra los ticos y se puede ganar a Inglaterra e Italia pese al golpe sobre la mesa que dieron ambas selecciones en Manaus. La actuación de ayer es dolorosa por ser la confirmación de que la selección que nos recordó lo que era ganar está tocando a su fin. Porque el partido de ayer recuerda más a el Chengue Morales errando a puerta vacía ante Senegal en 2002 que a aquel dos de julio que nos sirvió para volver a las semis de un Mundial. Las lágrimas del uruguayo medio tras los primeros noventa minutos de Mundial son porque un grupo tan, tan brillante puede ser recordado por días como los de Costa Rica más que por los de Corea del Sur, Ghana, Argentina, Paraguay o Brasil. Porque la derrota duele no por la derrota en si, sino por la sensación de impotencia.

Campbell dilapida las ilusiones celestes | Foto: Getty Images/FIFA
En un grupo que ha mostrado niveles inusitados de unión y amor propio, me cuesta imaginar un escenario en el que estos guerreros vestidos de celeste no salgan de un terreno de juego, independientemente del resultado, como un ejemplo a seguir en todo el Mundo. Costa Rica puso la derrota, también en el terreno moral, como una posibilidad. Donde más duele.

2 comentarios:

  1. Gran artículo, he de decir que me ha gustado mucho. Una pena esta derrota aunque se pudo solventar bien con las victorias ante Inglaterra e Italia. Creo que este es un artículo de futura promesa del periodismo. Enhorabuena.

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